Este es el primer capítulo del libro. Dejo aquí una muestra de su idea principal, y espero que os parezca lo suficientemente interesante como para abrir un estupendo y devastador fuego cruzado...
"Hay personas que pasan a la historia de manera incomprensible por pensamientos del tipo fútbol es fútbol, lo importante es participar, y sólo sé que no sé nada. Sí, han leído bien: sólo sé que no sé nada. No es que le tenga una manía especial al bueno de Sócrates, ni tampoco que reclame un hueco en el glosario de las citas históricas, más o menos afortunadas, que han pasado a formar parte de nuestra dialéctica cotidiana o incluso de aquella otra un poco más sesuda que queda reservada tan sólo a autores reconocidos por premios y galardones, de esos que necesitan tres páginas para decir esta boca no es mía sino prestada. Ni a los críticos de prestigio, por supuesto; a aquellos a los que interesa más la forma que el contenido, como si lo más importante de una historia fuese el cómo y no el qué. Imagino que no me gustaría nada recibir un regalo envuelto en un lujoso papel; papel que sólo guardara en su interior retazos de cumplimiento o cortesía, pero qué se le va a hacer: el lenguaje es el lenguaje, la crítica es la crítica, y el reconocimiento es aquella sensación que experimenta alguien cuando se acuerda de ti... ¿o no?
Retomando el hilo del pensamiento inicial, y volviendo a nuestro amigo Sócrates, decía que quizá su mérito esté en reconocer su ignorancia o tal vez esté en la forma en que lo reconoció. A fin de cuentas, críticos y autores reconocidos al margen, la Filosofía le ha dado y le sigue dado un lugar importante en sus estanterías, y no se puede dejar de reconocer que la Filosofía es útil a la Vida. De cualquier manera, y aún a riesgo de parecer una persona soberbia que cree estar por encima del mismísimo Sócrates, he de reconocer que yo sí sé algo, además del paralelismo existente entre la Filosofía y las Palomitas. Aunque también he de reconocer que una gran parte de ése algo que sé no se lo debo a mi propia experiencia personal, sino a vivencias ajenas de las que fui mal confidente o testigo entre el humo de cigarrillos Ducados y Camel hasta altas horas de la noche, aunque también se podría decir hasta tempranas horas de la mañana, siempre a la espera de la musa. Tan mal confidente fui que los objetos de esas confidencias se han acabado convirtiendo en esta colección de reflexiones, de esas que podrían empezar con Un amigo de mi amigo le contó a un conocido del novio de mi hermana...
Espero que las disfruten o las padezcan, pero en cualquier caso, espero con más interés aún que no les resulten del todo indiferentes."
El pensamiento crítico es tan necesario para la evolución cultural de una civilización como el combustible para cualquier vehículo. Los límites de lo políticamente correcto y el corsé del estamento académico tratan de limitar -inútilmente- el desarrollo intelectual de la ciudadanía, pues de una forma u otra, el pensamiento crítico siempre encuentra las vías apropiadas para su expansión.
ResponderEliminarSiempre queda preguntarse a qué diantres se estaría refiriendo el bueno de Sócrates con aquello de "sólo sé que no sé nada". ¿De verdad que no sabía nada de nada? ¿Por qué se le acercaba la gente entonces? Y, lo que me parece aún más importante, ¿cómo se atrevía siquiera a abrir la boca en lugar de limitarse a escuchar a quienes quizá sí supieran?
ResponderEliminarNo creo que Sócrates apostase por el relativismo consecuente (es decir, el que afirma que no sabemos nada ni jamás sabremos nada porque... sencillamente, no existe criterio objetivo alguno). De hecho, todos los documentos parecen indicar que se opuso con firmeza a los sofistas de su época. Y, sin embargo, él murió acusado de promover el mismo tipo de relativismo que los sofistas. ¿A qué se debe esta paradoja?
Quizá Sócrates no negara la existencia de un criterio objetivo (y, por consiguiente, de una verdad), pero sí nuestra capacidad como humanos de aprehenderla. Si esto fuera cierto, no se trata tanto de que no exista una Verdad como de que nosotros, en nuestra humana limitación, sólo podemos acercarnos a ella. Lo objetivo, entonces, existiría, pero sería imposible de aprehender por la mente humana. Lo único que nos queda es el consuelo de pulir las ideas entre todos en un proyecto eterno de acercamiento al conocimiento auténtico. Sísifo y su condena a empujar eternamente la roca ladera arriba.
Me inclino a pensar lo mismo que planteas en tu último párrafo. De hecho, una de las próximas reflexiones irá al respecto de los "hombres sabios", y en ella se aborda la cuestión... aunque desde un punto de vista nada convencional y bastante provocador, tanto en la forma como en el contenido.
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