jueves, 25 de junio de 2009

REFLEXION SEPTIMA.- Los Hechos Diferenciales

El mundo camina hacia adelante, en una sola dirección (...) En todo, menos en Vascolandia y Catalandia. En todas partes se habla de unir, y ellos hablan de separar. En toda Europa se trata de integrar, y ellos tratan de disgregar. En toda españolandia se trata de igualar, y ellos tratan de diferenciar. Muy inteligente, muy vanguardista, muy de futuro, ya ven. Siglo diecinueve puro y duro. Ciencia ficción de la buena.
Resulta que unos quieren volver al siglo décimo o así por no sé qué asunto de un condado. Y por no sé qué cuestión de un idioma que hablan y que usan como arma arrojadiza… Por otro parte, otros quieren volver no al siglo décimo, sino a la edad de las cavernas aduciendo no sé qué tipo de suerte de un ph que sólo se encuentra en Vascolandia y en el norte de Africa -dudo mucho que Sabino Arana fuera negro-…
Y para colmo, tanto unos como otros llevan siglos beneficiándose de la mano de obra regalada que el tito Paco –y antecesores- esclavizó en el sur para mandarla al norte a mendigar las migajas de todos los recursos que nos escatimaba, mientras los señoritos de caballo vivían en la villa y corte de MadriZ a costa de nuestro sudor (...) Aún hoy podemos ver en las series televisivas cómo el médico, el arquitecto o el empresario es madrileño, vasco o catalán mientras la chacha, el camarero o el portero es andaluz-(…)
Puestos a radicalizarnos, la civilización más antigua como tal de toda la península estaba de Despeñaperros abajo -pregúntenle a más de un romano y a más de un historiador por Valencina de la Concepción- (...) Por cierto, que el condado aquel de Catalandia podría ser del siglo diez, pero me parece que morolandia por aquí abajo era un par de siglos anterior, así que si se tratara de establecer fronteras geográficas, creo que Despeñaperros y la veteranía -que es un grado- y la antigüedad, le darían a morolandia la patente necesaria para cuestiones separatistas o de ese mal rollito que se traen…
¿Hablamos de idioma? (…) Si alguien duda que en morolandia se habla una lengua diferente, con decenas de dialectos propios, que se dé una vuelta por aquí (...) Dam’er búcaro d’en ca’r Cahlo, miarma (…)
¿Alguien hablaba de hechos diferenciales? (…) Por aquí abajo sí que tenemos un hecho diferencial verdadero, auténtico, innegable e impagable. Aquí han estado todas las grandes civilizaciones de la historia, todas se han prendado de este terruño, todas se han quedado todo el tiempo que han podido, y todas añoraron volver (…) ¿Hechos diferenciales? ¡Aquí si que hay un hecho diferencial auténtico! Un hecho diferencial internacionalista. Todo el mundo tiene a gala tener un hecho diferencial nacionalista, ficticio, gregario, xenófobo, separatista, excluyente... Aquí abajo tenemos el único hecho diferencial internacionalista, y eso, le guste a quien le guste y no le guste a quien no le guste, es una Verdad con uve mayúscula. Somos tan ricos como nuestro mestizaje nos permite. Somos hijos del mundo, de la cultura, de la convivencia. No queremos ser únicos, no queremos estar aislados, no queremos separarnos de nadie. Queremos estar juntitos, abrir las puertas, dejar que llegue la gente, las culturas, las ideas. Nos gustar mezclarnos, abrazarnos, rebujarnos, y si es con poca ropa -o ninguna- y de buen rollo, mejor que mejor (…)

lunes, 1 de junio de 2009

REFLEXION SEPTIMA.- La Filosofía

La Filosofía es todo aquello que no sirve de nada, que tiene escaso valor práctico, que es difícil de aplicar, que te crea infinitos enemigos, y que no te aporta ningún tipo de beneficio económico ni material pero que al menos te puede dejar la puerta abierta para que alguien te descubra dentro de doscientos años, te rescate del ostracismo y te encumbre al Olimpo de los dioses pensadores, garantizándote así los tan ansiados dos renglones en los libros de historia. Puede que incluso los dos renglones sean dos páginas; dependerá de los recursos que tu descubridor invierta en recuperarte. Miren al pobre Cervantes, cuántas páginas ocupa hoy y cuánta hambre pasó en vida -aunque no fuera exactamente un filósofo (…)
La Filosofía es una amante insatisfecha, seguramente por la propia incapacidad del amando. Pero también con total seguridad, tras cuatro décadas de matrimonio adobado con sucedáneo de felicidad, esa antigua amante insatisfecha recordará con nostalgia aquellos días de bendita insatisfacción y los añorará e idealizará como si fueran los más felices de toda su existencia (…)
Para ser filósofo hacen falta unas características especiales. Mucho tiempo libre, por ejemplo, y muchas ganas de perderlo. O mucha pasta para gastarla en vivir y filosofar sin tener que preocuparse de cómo ganar más pasta para seguir viviendo -léase trabajar-. No es lo mismo ser filósofo que ser profesor de Filosofía. Lo primero implica una mirada sobre la vida y las cosas, con alguna que otra reflexión -acertada o no- sobre ambas. Lo segundo implica cinco años de carrera y una oposición aprobada -o un enchufe en un centro privado o concertado-.
Parece que cuando alguien se muere sólo hizo cosas buenas en vida, de modo que si lo que hizo fue escribir, pintar o filosofar, ya saben cuándo recibirá su medalla. Aunque si lo que hizo en vida fue matar rojos, judíos o moros, no recibirá ninguna medalla, sino un arito de esos de los santos, y un San delante de su nombre. Por supuesto que yo ni soy filósofo, ni profesor de filosofía, ni santo, ni pretendo ser ni una cosa ni otra –y mucho menos aún la otra-. Sólo quiero ser guapo, feliz y sano los próximos mil años. Y después de eso, quiero vivir para siempre y no morir en el intento -con todo esto creo que ya voy bien servido-.
Por cierto, que hablando de medallas y reconocimientos, éstos siempre recaen sobre gente que ya es importante en el momento de recibirlos. Por ejemplo, nunca ningún cooperante perdido en el tercer mundo o en cualquiera de sus mil guerras recibió el Nobel de la Paz, pero sí lo recibió algún que otro politicastro importante -aunque en algún caso tuviera miles de muertes en su conciencia-. O el Nobel de Literatura, que nunca fue para ningún escritor novel o joven y sí para viejas vacas sagradas, a un paso de la fosa. En mi tierra pasa lo mismo, o puede que peor aún. Que yo sepa, nunca se le concedió la medalla al mérito en el trabajo a ningún pescador -o a su viuda-, o a ningún trabajador de astilleros, pero sí que más de alguna vez ha sido para alguna folklórica o algún periodista o escritor -pero famoso, ¿eh?-.