Una cita histórica es cuando quedas con una persona que te atrae sexualmente, cenas con ella, tomas unas copas, descubres que la vida merece la pena ser vivida, y luego, finalmente, pasas diez horas encerrado en una habitación intercambiando fluidos corporales y pensando que si esto es tan bueno sin existir dios, cómo podría ser si realmente existiera.
También puede catalogarse de cita histórica aquella ocasión en la que quedas con unos amiguetes - o unas, que luego me acusarán de machista lingüístico -, echas unas risas, te pegas un homenaje, pasas una noche de miedo, y encima el camarero se equivoca en la cuenta y cobra tres rondas de menos.
Cita histórica es cuando vas en enero a tu médico de cabecera y éste te remite al especialista. Luego de esperar veinte minutos en la cola comprobamos que la cita con el especialista se producirá en febrero... ¡del año siguiente! Así que cuando vamos finalmente al especialista, trece meses después, la primera cita que tuvimos con nuestro médico de cabecera ha pasado a convertirse en una cita histórica.
Para completar la ronda, cita histórica es Cái – algún día me atreveré con una gramática y una sintaxis andaluza; o al menos, me atreveré a escribir en andaluz; ¡¡¡viva Pérez-Reverte!!! -. Bueno, realmente no es cita, sino TAcita. Pero es de plata, es de ensueño, es de este Al Andalus de mis alegrías y mis miserias, y es la más antigua de todas las tacitas, las tazas, las copas y toda la vajilla al completo. Así que síganme los buenos, y levantemos lo que tengamos entre las manos para brindar desde el mundo por otros cinco mil años de sal, tanguillo, y coplas. Y esperemos que no dure tanto al frente del consistorio la señora Martínez.
Y finalmente llegamos a lo que realmente se conoce como “cita histórica”. Hubo gentes a lo largo de su vida que estaban muy preocupadas sobre seguras colinas en encontrar una frase que retratara con exactitud cualquier momento de gloria, supuesta o real, mientras miles de hombres se mutilaban en campos de batalla de valles cercanos, defendiendo causas o egos ajenos. A ver cuántos siglos contemplaron a los infelices que se dejaron el alma peleando por las pirámides; o busquemos a alguien que recuerde el nombre de cualquier legionario romano de los que perdieron le piel a tiras luchando en la Galia, mientras Julio cantaba soy un truhán – creo que me he equivocado de Julio, aunque no estoy seguro -.
El pequeño cabo era un aficionado a esta arriesgada labor, mientras los infantes de la patria se cubrían de gloria – curiosa forma de llamar a la mierda, el barro y la metralla; aunque en España también sabe algo de eso la fiel infantería -; y nos dejó joyas del tipo de los cuarenta siglos, o del sillón forrado. Pero lo cierto es que él tardó bien poco en encargarse un forro propio. César fue otro aficionado a esta labor, aunque al menos se puede decir en su favor que se mantuvo fiel a su estilo hasta el mismo momento final. Siempre he tenido la impresión que cuando increpó a Bruto con el último aliento, estaba mirando a un fotógrafo de efe en lugar de mirar a su interlocutor, al que de paso metió también en los libros de historia.
En casa también contamos con algún que otro ejemplo de grandes hacedores de citas, victoriosos en mil batallas libradas desde Aranjuez, Sevilla o La Granja. Curioso Felipe II, que se ventiló a medias con La Mancha – el canal, no la del Quijote – a miles de paisanos mientras se lamentaba de ser él mismo un elemento de cuidado. Tal vez al referirse a los elementos no dijo exactamente eso, pero seguro que más de un pobre marinero anónimo, calado de agua y frío hasta la médula, lo pensó mientras se iba al fondo del canal al mismo tiempo que el piadosísimo y austero Felipe posaba para algún pincel entre sedas y terciopelos.
Para gafe, el pobre Cervantes, ya saben, el chaval ese que promete. Creo que si le dan unos añitos para que madure – unos cinco siglos o así -, acabará por consagrarse como escritor. Igual hasta le publican un librito. Don Miguel nos dejó una auténtica joya, apenas una docena de palabras, que es mucho mejor con diferencia que las miles de páginas de tostón del ingenioso hidalgo – por mucho que los críticos se empeñen en catalogarla de obra cumbre de la literatura española; qué presunción, suponer que se tiene el suficiente conocimiento como para afirmar que nadie fue capaz de superarla en quinientos años, y sobre todo, tener el suficiente conocimiento como para afirmar que nadie será capaz de superarla en el futuro -. En fin, que el pobre don Miguel, entre maullido y maullido del estómago, lampando por algo que digerir, y entre tostón y tostón – o página y página del hidalgo, léase según el gusto de cada uno -, aún tuvo tiempo para regalarnos lo siguiente: “Cada cual es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces”. Chapó por don Miguel. Una de las citas históricas más redondas que conozco. Puede que sea la mejor, si tenemos en cuenta que sólo conozco ésta, la de Sócrates, y las de Helenio Herrera y Torrebruno. De cualquier manera, nadie podrá negar que la profundidad de esa frase bien merece la pena y justifica que su autor encuentre sus dos renglones en los libros de historia – y todo eso sin mandar al matadero a miles de desgraciados en pos de la gloria -. Tal vez se podría afinar más si se sustituyera el Dios en mayúscula del original por la naturaleza en minúscula, pero no es plan de venir a corregir a don Miguel quinientos años después – que ya dije que torear desde la barrera es muy fácil y es propio de críticos; además, hoy es más fácil de opinar porque no hay cerca ningún Torquemada con antorchas y poder para usarlas. Por cierto, ¿querrá decir “torre quemada”? Porque si es así, el apellido le venía como anillo al dedo a tan piadoso y cristiano individuo, encarnación de las virtudes y del mensaje de Jesús; en cualquier caso, ya sabemos cómo se decía “pirómano” en castellano antiguo, antes de la llegada de Freud, la psicología, el psicoanálisis, y todo eso... -.
También puede catalogarse de cita histórica aquella ocasión en la que quedas con unos amiguetes - o unas, que luego me acusarán de machista lingüístico -, echas unas risas, te pegas un homenaje, pasas una noche de miedo, y encima el camarero se equivoca en la cuenta y cobra tres rondas de menos.
Cita histórica es cuando vas en enero a tu médico de cabecera y éste te remite al especialista. Luego de esperar veinte minutos en la cola comprobamos que la cita con el especialista se producirá en febrero... ¡del año siguiente! Así que cuando vamos finalmente al especialista, trece meses después, la primera cita que tuvimos con nuestro médico de cabecera ha pasado a convertirse en una cita histórica.
Para completar la ronda, cita histórica es Cái – algún día me atreveré con una gramática y una sintaxis andaluza; o al menos, me atreveré a escribir en andaluz; ¡¡¡viva Pérez-Reverte!!! -. Bueno, realmente no es cita, sino TAcita. Pero es de plata, es de ensueño, es de este Al Andalus de mis alegrías y mis miserias, y es la más antigua de todas las tacitas, las tazas, las copas y toda la vajilla al completo. Así que síganme los buenos, y levantemos lo que tengamos entre las manos para brindar desde el mundo por otros cinco mil años de sal, tanguillo, y coplas. Y esperemos que no dure tanto al frente del consistorio la señora Martínez.
Y finalmente llegamos a lo que realmente se conoce como “cita histórica”. Hubo gentes a lo largo de su vida que estaban muy preocupadas sobre seguras colinas en encontrar una frase que retratara con exactitud cualquier momento de gloria, supuesta o real, mientras miles de hombres se mutilaban en campos de batalla de valles cercanos, defendiendo causas o egos ajenos. A ver cuántos siglos contemplaron a los infelices que se dejaron el alma peleando por las pirámides; o busquemos a alguien que recuerde el nombre de cualquier legionario romano de los que perdieron le piel a tiras luchando en la Galia, mientras Julio cantaba soy un truhán – creo que me he equivocado de Julio, aunque no estoy seguro -.
El pequeño cabo era un aficionado a esta arriesgada labor, mientras los infantes de la patria se cubrían de gloria – curiosa forma de llamar a la mierda, el barro y la metralla; aunque en España también sabe algo de eso la fiel infantería -; y nos dejó joyas del tipo de los cuarenta siglos, o del sillón forrado. Pero lo cierto es que él tardó bien poco en encargarse un forro propio. César fue otro aficionado a esta labor, aunque al menos se puede decir en su favor que se mantuvo fiel a su estilo hasta el mismo momento final. Siempre he tenido la impresión que cuando increpó a Bruto con el último aliento, estaba mirando a un fotógrafo de efe en lugar de mirar a su interlocutor, al que de paso metió también en los libros de historia.
En casa también contamos con algún que otro ejemplo de grandes hacedores de citas, victoriosos en mil batallas libradas desde Aranjuez, Sevilla o La Granja. Curioso Felipe II, que se ventiló a medias con La Mancha – el canal, no la del Quijote – a miles de paisanos mientras se lamentaba de ser él mismo un elemento de cuidado. Tal vez al referirse a los elementos no dijo exactamente eso, pero seguro que más de un pobre marinero anónimo, calado de agua y frío hasta la médula, lo pensó mientras se iba al fondo del canal al mismo tiempo que el piadosísimo y austero Felipe posaba para algún pincel entre sedas y terciopelos.
Para gafe, el pobre Cervantes, ya saben, el chaval ese que promete. Creo que si le dan unos añitos para que madure – unos cinco siglos o así -, acabará por consagrarse como escritor. Igual hasta le publican un librito. Don Miguel nos dejó una auténtica joya, apenas una docena de palabras, que es mucho mejor con diferencia que las miles de páginas de tostón del ingenioso hidalgo – por mucho que los críticos se empeñen en catalogarla de obra cumbre de la literatura española; qué presunción, suponer que se tiene el suficiente conocimiento como para afirmar que nadie fue capaz de superarla en quinientos años, y sobre todo, tener el suficiente conocimiento como para afirmar que nadie será capaz de superarla en el futuro -. En fin, que el pobre don Miguel, entre maullido y maullido del estómago, lampando por algo que digerir, y entre tostón y tostón – o página y página del hidalgo, léase según el gusto de cada uno -, aún tuvo tiempo para regalarnos lo siguiente: “Cada cual es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces”. Chapó por don Miguel. Una de las citas históricas más redondas que conozco. Puede que sea la mejor, si tenemos en cuenta que sólo conozco ésta, la de Sócrates, y las de Helenio Herrera y Torrebruno. De cualquier manera, nadie podrá negar que la profundidad de esa frase bien merece la pena y justifica que su autor encuentre sus dos renglones en los libros de historia – y todo eso sin mandar al matadero a miles de desgraciados en pos de la gloria -. Tal vez se podría afinar más si se sustituyera el Dios en mayúscula del original por la naturaleza en minúscula, pero no es plan de venir a corregir a don Miguel quinientos años después – que ya dije que torear desde la barrera es muy fácil y es propio de críticos; además, hoy es más fácil de opinar porque no hay cerca ningún Torquemada con antorchas y poder para usarlas. Por cierto, ¿querrá decir “torre quemada”? Porque si es así, el apellido le venía como anillo al dedo a tan piadoso y cristiano individuo, encarnación de las virtudes y del mensaje de Jesús; en cualquier caso, ya sabemos cómo se decía “pirómano” en castellano antiguo, antes de la llegada de Freud, la psicología, el psicoanálisis, y todo eso... -.
Bueno, aquí tenemos la REFLEXION TERCERA, o al menos, una parte lo suficientemente grande como para que nos dediquemos a filosofar un rato. Y si no, siempre podemos comernos un cuenco de palomitas!!!
ResponderEliminarEspero que la disfrutéis. Saludos.
Una cita histórica es la Feria de Sevilla de 2009.....jajajajajajajajajajaj!!!!!
ResponderEliminarPo si que si,que hay que tener muchas citas historicas en la tacita!!!que son las que se quedan ahí y de las que hechamos mano cuando dejan de aparecer....son maravillosas y tal como dices,dan sentido a la vida..
ResponderEliminarHay quien dice que las cosas malas son el contrapunto de las buenas, hasta el punto de que sería imposible reconocer las segundas si no existieran las primeras.
ResponderEliminarPo yo digo que na da ná, que las cosas malas pa quienes las quieran, y que me den to las güenas pa mí!!!
Ea.
Me encanta el sentido de la ironía con el que has escrito el texto. Hay que se muy inteligente para ser capaz de hacer uso de la misma con tanta exquisitez
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Anónimo. Es todo un honor haberlas leído y ser el destinatario de las mismas. Trataré de seguir usándola del mismo modo en las siguientes reflexiones.
ResponderEliminarCuriosa reflexión sobre las citas históricas. Yo recuerdo una cita bastante mediatizada por el cine aunque cargada de sentido, "Podreis quitarme la vida, pero no me quitareis..... ¡¡¡¡LA LIBERTAAAAAAAAAD!!!!!" cuya autoria se le atribuye a William Wallace (Braveheart) pero que tambien se la podría apuntar algun elemento que en una de esas noches de las que habla la reflexión con bebida, tabaco y alguna cosa más, a falta de perder Escocia en el RISK, ya no le quedaba nada más que pasar a la historia con una gran frase. La realidad, pues que se perdió Escocia y alguno de los otros conquistaria el mundo, pero ahí quedó eso, porque, ¿quién se acuerda ahora de quién ganó la partida?, lo que realmente perduró y perdurará, será esa sentencia final. En fin que esas citas, a veces, vienen bien para reivindicar el derecho a pataleo, perdí pero pasé a ser histórico.
ResponderEliminarEncantado de verte por aquí!!! Sin duda, que sí que fue histórica aquella jornada entre humo y Risk. El derecho al pataleo seguro que será otra expresión que la historia eleve a los altares de sabiduría popular. En fin, tio, que a los pobres, al menos que nos quede eso, el derecho al pataleo... y las noches de Risk y todo lo demás!!!
ResponderEliminarQue coquito hijo! hay que ver como has sido capaz, como dice el Anónimo, de entremezclar ironía e historia y sacar un texto como este.
ResponderEliminarYo siempre he dicho que en las grandes batallas y las guerras actuales, quienes se llevan el mérito siempre estan en cómodos sillones en casas enormes y calentitas, comiendo todo lo que les apetece a la hora que les da la gana. Mientras tanto, quien está a pie de cañón, con un fusil al hombro o una granada en la mano. Preparado para atacar, o defenderse, no lo pasa tan bien. No tienen tiempo para divagar de la misma manera...
Cervantes y el Quijote, será la segunda obra más editada, en más idiomas y la mejor valorada, pero teniendo en cuenta que la primera es la Biblia... paso de hacer más comentarios. No he sido capaz de leerme más de una cuarta parte, lo siento.
Un besote!!!
Jeje. Gracias ministra!!! Sí que tengo un peaso cabezón que no se lo salta un galgo,pero en fín... unos tanto y otros tan poco... Por eso hay que ser de izquierdas!!!
ResponderEliminarLas guerras son lo que son: fondo para cuadros al óleo de los poderosos, y fosas comunes para el pueblo...
Habrá que tirar la raya alguna vez, digo yo...
jeje...
ResponderEliminarHombreeeeee!!!!!
ResponderEliminarSoloamara al fín...!!!
Ya te digo, vaya si ha costado...!!!
No pueden estar ahi siempre, algún día, la gente buena tomará el poder! Como me dijo ayer un gran profesor y socialista, cuando les haga falta, ya verás como son ellos quien vienen a buscar a alguien que realmente merezca la pena...
ResponderEliminarBesitos, Mr. P.
Tu culturilla
Bueno, creo que tu profe tiene razón: vendrán a buscar a alguien que les saque las castañas del fuego, como siempre han hecho desde que el mundo es mundo. Deberíamos prepararles una sorpresa, y cuando vengan a buscar que arreglemos los berenjenales que ellos mismos lían, tendríamos que desalojarles del poder al que llevan siglos encaramados.
ResponderEliminarBesetes para tí también.
jajajajajajajjajaja...po si que costó lo suyo....jajajajaja...al final,contraseña mágica y BINGOOOOO...jajajajajaj...
ResponderEliminarQUIERES UNA CITA HISTORICA?
ResponderEliminarSalí al cine con el chico mas deseado.. uf lo quería impresionar.. cuando un auto se estacionó al lado de la acera paré para que la señora bajara.. cerró su puerta; el carro se alejó... y mi falda había quedado atrapada en la puerta... siiiiii me la arrancó..hoy río pero en aquella ocasión desee ser vapor de agua... jajajajajaj
YO MARIA